Héctor Ramallo, en su último libro «Mis Memorias» narra en uno de sus capítulos denominado «Una obra sensacional: La Pileta», cómo en el año 1963, una barra de comerciantes amigos que se reunían habitualmente, discutían entre otros temas, sobre el turismo y la necesidad de que la ciudad contara con un muy buen hotel.
Invitados por el Intendente Belarmino Martin, se reúnen unos cincuenta vecinos para discutir varios temas, entre ellos el cambio de nombre de la cabecera del distrito por el de El Salado, debido a las confusiones que se producían sobre todo con el tema postal, con la ciudad de General Belgrano, al lado del aeropuerto de Ezeiza. Al tratarse el tema de la construccion de un hotel, el ciudadano Lorenzo Poggio fundamenta su oposición al proyecto, y propone en cambio la construcción de una pileta a orillas del río.
Es así que Don Lorenzo impone su idea, involucra a toda la comunidad desde su flamante cargo de Presidente de la Comisión Municipal de Fomento y Turismo y comienza la inmensa tarea de conseguir los fondos particulares para la construcción.
La idea se concreta en febrero del año 1965, con la inauguración de la pileta olímpica, como se conoce a los natatorios de 50 x 25 metros, y que aún hoy, 57 años después, sigue siendo uno de nuestros principales atractivos turísticos.