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Revolución Radical del 9 de enero de 1933

Uno de los hechos históricos que han trascendido a través de los años, es el ocurrido el 9 de enero de 1933 en el partido de General Belgrano, provincia de Buenos Aires, y que lleva como principales protagonistas a los correligionarios agrupados en la Unión Cívica Radical.

Fachada de la primera Comisaría, ubicada en el sitio actual, sobre Rivadavia y Bernabei. Año 1933

Sobre los hechos que recuerdan el día 9 de Enero de 1933, se ha referido el profesor de historia belgranense Daniel Figlioli (cuyo nombre identifica al Archivo del Museo Alfredo E. Múlgura) junto al Prof. César Arriondo y que son la base informativa de la revolución radical de 1933.

Existen múltiples acontecimientos acaecidos durante la historia del Partido Radical, siendo entre  las más recordadas  la búsqueda incansable por parte de Hipólito Yrigoyen del sufragio libre, que culminará con la sanción de la “Ley Saenz Peña” en 1912 y otra es recordar el primer golpe militar en la historia democrática de la República Argentina, acontecimiento que ocurrió el 6 de Setiembre de 1930.

Los hechos anteriormente detallados ocurrieron a nivel nacional, pero el acontecimiento a cual nos vamos a referir, ocurrió en General Belgrano en la fecha precitada, como parte de una revolución a nivel provincial.

Para ubicarnos en tiempo y espacio, podemos decir que en esa época, General Belgrano representaba la imagen de un pueblo del interior de la provincia,  de perfil agrícola – ganadero con una población estimada en unas 7000 personas, cantidad insuficiente para protagonizar una revolución a nivel nacional.

Después del derrocamiento de Yrigoyen, el país se sumergió en una profunda crisis política, sumada a la gran depresión económica que se vivía desde 1929. Con esta situación, como parte de la vida diaria se manifestaron dos flagelos: el fraude y la miseria. Prontamente se visualizó uno de los primeros resultados, la desocupación ascendió al 28%  y con estos números surgió un emergente: ”El Croto”.

De los acontecimientos ocurridos en aquel enero de 1933, puede decirse que se iniciaron la noche anterior, cuando unas 60 personas se concentraron en la estancia “La Tradición”, propiedad de Narciso Burgueño, caudillo local y líder de la revolución, a quien acompañaban Alfredo Burgueño y el dirigente radical  de Pila Gerardo Morón.

Los objetivos a apoderarse fueron estratégicamente identificados, relacionados con la fuerza pública y las comunicaciones. El ataque a la Comisaría, comandado por Alfredo Burgueño, encontró una feroz resistencia por parte de los cuatro efectivos que allí se encontraban, efectuándose más de 300 disparos. El saldo de la refriega fue de dos heridos, el cabo Ponciano Pacheco y el joven radical Bernardo Biurrarena.

Con el fin de aprovisionarse de armas y municiones, un grupo  de los insurgentes se dirige a “La Armonía” almacén de ramos generales y son repelidos por sus propietarios,  mientras otro grupo se dirige  al “El Arca de Noé”, logrando el objetivo buscado. Otros piquetes ocuparon en forma sucesiva y sin resistencia el Telégrafo de la Provincia, del Telégrafo de la Nación y  de la Unión Telefónica.

Con los medios de comunicación en su poder, los jefes de la revolución, supuestamente se enteran de la suspensión o fracaso del estallido social.

En este estado se conoce una Proclama Revolucionaria, cuyo contenido expresa “ …toda persona que se oponga de cualquier manera a la revolución triunfante, será pasada por las armas” y “toda persona que posea armas de largo alcance deberá entregarlas de inmediato, so pena de ser pasado por las armas sin proceso previo”.

Tapa diario «El Imparcial» jueves 12 de enero de 1933

A las pocas horas de iniciadas las operaciones y en pleno tiroteo con el Comisario Amarante,  una orden emanada de los jefes sorprende a más de un revolucionario: “la revolución se ha suspendido y hay que retirarse”. A la par que dos aviones de gran porte surcaban el cielo belgranense.

Prontamente los vehículos en que habían llegado recogen a los apostados en los lugares ocupados, mientras que el grueso del grupo, enterados que estaban solos “ganan los maizales”.

La represión policial y conservadora no se hizo esperar, iniciando una brutal y despiadada represión. No se respetaron las propiedades  privadas, ni bienes personales de los implicados. Al mediodía ya había más de 100 afiliados radicales presos, de un total de 150 detenciones.

Pasado el mediodía, llegaron a General Belgrano cuarenta  efectivos de la Guardia Especial desde la ciudad de La Plata, quienes junto a piquetes civiles, completó un cuadro de violación de domicilios y represión.

También fue atacada la libertad de expresión, al allanar y empastelar los locales de los periódicos locales, “El Látigo” de Tomás Gómez Acosta  y “La Cotorra” de  Celestino Spagnol. Los castigos físicos fueron despiadados dentro de la comisaria, con los calabozos repletos de afiliados radicales.

Algunos pudieron huir momentáneamente pero fueron detenidos en otros sitios, Narciso Burgueño en Las Flores, Tomás Gómez Acosta en Azul y “Pililo” Macchi en Chillar. Algunos permanecieron prófugos hasta que se levanto la persecución, entre otros Alfredo Burgueño en Montevideo y Celestino Silvapobas refugiado en la campaña.

Según el periódico Crítica de Capital Federal, la represión fue despiadada, hubo pillaje y destrozos en casa de radicales y tras el lema “… a matar y robar muchachos” se escondieron muchos de los civiles adictos al régimen.

Durante el período en la cárcel, los detenidos eran visitados por periodistas y correligionarios que los patrocinaban legalmente, como Ricardo Balbín, Honorio Pueyrredón y Amílcar Mercader.

Durante este estado de presos, fue escrito el poema en verso “9 de Enero”, que se le atribuye a Narciso Burgueño.

El 20 de noviembre de 2013, se sanciona la ordenanza N° 106/13 imponiendo el nombre «Avenida 9 de enero» a la calle 26, entre la Avenida 25 y la Ruta Provincial N° 29. Geográficamente está ubicada como continuación de la avenida 9 de Julio, desde las avenidas España y Walsh, donde supo permanecer por años el recordado  boliche “El Empalme” (nombre acorde a la ubicación en que estaba el negocio y que era la unión de dos caminos hacia Chas uno y hacia Monte él otro) y donde hoy realiza sus labores comerciales una Panadería, que lleva su mismo nombre, llegando hasta la ruta 29.